El sutil embuste: el chantaje del diezmo en nombre de DIÓS
Así habló INRI CRISTO:
“Mi PADRE, SEÑOR y DIOS instituyó el diezmo, sí. Él dijo: “Traed todos los diezmos a mi silo, haga alimentos en mi casa, después de esto pónganme a prueba, y veréis si no vos abro las cataratas del cielo, si no derramo mi bendición sobre vosotros en abundancia” (Malaquías c.3 v.10 y 11). Pero, Él dijo para traer el diezmo del lucro.
En aquellos tiempos, la sociedad era constituida básicamente por tres facciones bien distintas: 1ª) los “señores” propietarios de haciendas, sea de agricultura o pecuaria; 2ª) los colectores de impuesto y demás integrantes del servicio público, los doctores, los artesanos, los comerciantes, en fin, los profesionales liberales; 3ª) los serviciales y los esclavos.
Cuando mi PADRE instituyó el diezmo, obviamente determinó a los depositarios fieles, dueños de las riquezas, que reservasen diez por ciento del lucro ahorrado, lo fuese en la labranza, en la pecuaria o en cualquier otra actividad rentosa. En el caso agrícola, Él los bendecía impidiendo plagas y dándoles lluvia en tiempo cierto. En la pecuaria, el diezmo era para que el ranchero pudiese prosperar sin que sus animales fuesen acometidos por molestias. Imaginad que un hacendado posea en su propiedad cien ovejas, y todo mes retire el diezmo, o sea, diez por ciento, diez cabezas acompañadas de sus eventuales crías para ofertar a la casa del SEÑOR. ¿Que les sobrará al final del año? Si iremos raciocinar con honestidad y coherencia dentro de la matemática, concluiremos lógicamente que en tres años él estaría empobrecido, pudiendo ser hasta un mendigo. A pesar de no estar explícito en las Sagradas Escrituras, el ALTISIMO instituyó el diezmo del lucro. No explicitó porque el obvio es alarmante, no necesita explicación: he aquí la prueba de que mi PADRE, SEÑOR y DIOS estableció el diezmo del lucro y no del capital. Luego, como el obrero no tiene capital ni lucro, es ilícito someterlo a chantaje del diezmo. Es menester resaltar que DIOS, al establecer el diezmo del lucro, dijo: “Traed el diezmo a la casa del SEÑOR”. Él no dijo: “Traed el diezmo a la casa del impostor, del falso profeta”. Y en los tiempos actuales, los falsos religiosos, mercaderes de la fe, están practicando el chantaje del diezmo, sacándoles una tajada del ya módico sueldo del obrero y, diciéndose mis siervos y de mi PADRE, contrarían lo que yo dije cuando me llamaba Jesús: “Digno es el obrero de su salario” (Mateo c.10 v.10).
En verdad, en verdad vos digo: todas esas iglesias, instituciones que se dicen religiosas, cristianas, evangélicas, pentecostales… son ilegítimas. Fueron fundadas por falsos profetas, impostores que se auto nombraron pastores sin la unción de DIOS. Antes de ser crucificado yo dije: “Id, curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad los leprosos, expulsad a los demonios. Gratis lo recibisteis, dadlo gratis”(Mateo c.10 v.8). Una vez que yo dije: “Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis”, nadie puede, usando mi nombre antiguo (Jesús) y el nombre de mi PADRE, cobrar por cualquier sacramento o practicar el chantaje del diezmo.
Ahora, yo os pregunto, mis hijos: ¿Dónde está el lucro de un operario que trabaja de sol a sol en la construcción civil, en una fábrica, en un taller, en una metalúrgica, etc. y, en el final del mes, fatigado, al recibir un salario de hambre, antes de pagar la cuenta de luz, de agua, del gas y la leche de los niños, es compelido a entregar el diezmo, o sea, diez por ciento de su ínfimo salario al lobo con piel de oveja, impostor que se auto nombró pastor, villano, engañador, mentiroso, tramposo, embustólogo que se dice teólogo, “representante de DIOS”, cuja única ocupación y preocupación consiste en planear como gastar, con sus concubinas en la lujuria, en la vida fácil, los frutos de la delictuosa fraude, extraídos, hurtados en mi nombre antiguo y en nombre de mi PADRE?
Esto es una flagrante violación a la ley de DIOS, un delito cometido contra los incautos que pasivamente se sujetan a este embuste, además de consistir, otrosí, en flagrante violación a artículos del código penal de cada país (en Brasil Art. 171 del Código Penal, estelionato). Los que caen en esta armadilla merecen ser esclavizados porque se olvidaron de lo que advertí antes de la crucifixión: “Orad y vigilad que nadie os engañe, muchos falsos cristos vendrán en mi nombre, harán prodigios y engañarán a muchos, hasta a los elegidos, si fuese posible” – Mateo c.24 v.5 y 24). Quien paga el diezmo al falso profeta o a la iglesia proscripta, al revés a la ley de DIOS, está pagando a cuotas su pasaje para el infierno. Cuanto más veces paga, más distancia de la salvación y, consecuentemente, de DIOS. Recordad, mis hijos, que yo no dejé ningún pastor: yo dije que yo soy el único pastor (“Yo soy el buen pastor” – Juan c.10 v.11) y que yo soy el camino, nadie viene al PADRE sino por mí (Juan c.14 v.6). Luego, nadie puede decirse religioso a la rebeldía de la autoridad de mi PADRE, SEÑOR y DIOS, que es en mi.
Los impostores que se dicen pastores, con el “kajowo” (demonio) acogotado, se agarran a Pablo y lo imitan en sus trampas, gritando en las esquinas y en los templos de los fariseos: “¡Aleluya! La sangre de Jesús tiene poder”. Se olvidan de que él fue el primer falso profeta. Falso, una vez que mi PADRE jamás lo ungió. En un furtivo momento de lucidez mezclado a la crisis de conciencia, él confesa su condición de falso profeta, diciendo: “Yo no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de DIOS” (I Corintios c.15 v.9). Yo solo reconozco como pastor en el plano terrestre, aquel perro alemán que sirve de guardia. El resto no pasa de lobos en piel de oveja y perros ordinarios que no saben hacer otra cosa sino aullar y ladrar contra mi reino de luz.
La única iglesia que dejé fue la romana, cuando dije en singular: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia” (Mateo c.16 v.18). Y porque hablé en singular, todas las congregaciones dichas cristianas no tienen legitimidad y origen histórica. Y porque ella, la romana, se haya prostituido, transformándose en un principado de iniquidades, cobrando para bautizar, casarse y hasta para enterrar a los llamados muertos, fue declarada proscripta por mi PADRE, SEÑOR y DIOS el 28/02/82, cuando Él determinó que fuese instituida la Nueva Orden Mística, SOUST – Suprema Orden Universal de la Santísima Trinidad, única casa de oración donde cualquier ser humano puede entrar sin dinero pues, por ser la casa de DIOS, en ella no se practica el chantaje del diezmo una vez que vive bajo los auspicios de la gracia divina. Los auténticos cristianos dan con la mano derecha sin que la izquierda vea cuanto (Mateo c.6 v.3) y aprenden graciosamente las leyes de DIÓS”.