INRI CRISTO, en su peregrinación sobre la tierra, de país en país, de ciudad en ciudad, llegó Buenos Aires, por la gana divina, aún disfrazado en vestimentas profanas («Vendré a ti como un ladrón, y no sabrás la que hora vendré a ti…» – Apocalipsis cap.3 vers.3), antes del primer ayuno en Santiago de Chile, sin tener conciencia de su verdadera identidad. Después de haber se reunido con los periodistas en el Hotel De Las Américas, pasó a recibir en audiencia las personas que lo buscaban en búsqueda de orientación espiritual.
De entre las que comparecieron, surgió una mujer sexagenaria, que le pidió una solución para el problema de su hija, cuya vida conyugal era un infierno, alegando que era insoportable convivir con su yerno.
Hasta ese momento, todo normal. Ella obtuvo la orientación, se levantó de la silla, se despidió y, haciendo mención de retirarse, le dio, no obstante, un último vistazo, demostrando que quiera preguntar algo más. Entonces dijo: «Maestro, ¿puedo hablar algo?» Teniendo INRI consentido, ella prosiguió: «Yo también soy vidente». Y él inquirió: «Si eres vidente, ¿por qué no viste, no hallaste una solución para la vida conyugal de tu hija?», a lo que ella respondió: «Yo veo el futuro de las personas, disto vivo. Aconsejo, oriento y resuelvo con la inspiración divina sus problemas; sin embargo, no puedo resolver los mío. Sin embargo, si me permitieras, yo tengo algo a decirte sobre tu futuro y para que creas en mi visión te describiré un poco de tu pasado».
Y ella comenzó a hablar y acordarse de los principales acontecimientos de la vida de INRI CRISTO. Discurrió desde la infancia y adolescencia hasta los hechos más recientes, la larga caminata sobre la tierra, acordándolo de sus detenciones, persecuciones y conspiraciones de violencia, inclusive la masacre de Ponta Grossa; describió el periodo carcelario en la prisión política de Asunción con detalles minuciosos, con claridad, como si ella tuviera estado presente, como se fuera testigo ocular. Y comenzó a hablar del futuro de INRI CRISTO, diciendo:
«Tú serás muy odiado, muy perseguido y muy calumniado; serás detenido, aprisionado, injuriado y serás expulso de algunos países; serás sometido a toda suerte de conspiración y reprobación.» Se detuvo por unos instantes, con una visión meditativa y brillante, y concluyó: «¡Pero después serás reconocido por toda la humanidad!»
Quién divulgar este mensaje será agraciado con bendiciones del cielo.