La relación entre el consumo de la carne, la destrucción de la naturaleza, la explosión demográfica y la ansiedad.

Así habló INRI CRISTO:

«Uno de los mayores problemas que el ser humano enfrenta en los tiempos actuales es la ansiedad. Se puede afirmar sin margen de error que la mayor causa de muerte en el mundo no es la obstrucción de las arterias coronarias, infarto, derrame cerebral, cáncer etc. Analizando profundamente el contexto global, la principal asesina de los seres humanos es la ansiedad. Por razón de la ansiedad muchas personas se convierten demasiado obesas y en consecuencia sufren de enfermedades cardíacas, diabetes, serias disfunciones orgánicas, desequilibrio emocional, en fin, nunca la ansiedad se mostró tan perjudicial e irónicamente tan ligada a la vida de los habitantes de la tierra.

Pero ¿que causa la ansiedad? ¿qué hace la ansiedad tan indisociable de la vida del hombre contemporáneo? Según la visión científica, pérdida de estatus, la comodidad del poder económico, de afectos, amistades, privilegios, ventajas, posibilidad de concretar intereses, de vanidad, son factores más que suficientes en muchos casos para detonar el sistema neuronal culminando con el infierno de la ansiedad. Esta es una explicación extremadamente simplista, mecanicista y reduccionista frente a la verdadera, la real causa de la ansiedad en este mundo caótico. De la parte de mi PADRE os diré lo que de hecho resulta la ansiedad. Expresando en un lenguaje matemático para el gusto de los científicos, el aumento de la ansiedad es directamente proporcional al alejamiento de DIOS. Es decir: cuanto más el ser humano se aleja, se desconecta de DIOS, cuanto más pierde la confianza en el CREADOR, más ansioso él será. Cuanto más el ser humano conspira contra la ley divina, más él es poseído por la ansiedad, que es la residencia del mal.

¿En qué consiste violar la ley divina? ¿En qué momento un ser humano está dando la espalda para DIOS? Cada vez que alguien es poseído por la envidia, odio, maldad, egoísmo, mezquindad, cada vez que alguien comete una injusticia contra su semejante a través de sus actos o palabras, en esos momentos él está caminando contra DIOS. A comenzar por la dieta carnívora (ingestión de cadáveres), la destrucción de la ecología, de los ecosistemas y la procreación desordenada, el modo de vivir del ser humano está totalmente contrario al curso establecido por la naturaleza. En vez de integrarse a la madre tierra y cohabitar con los animales integrantes del contexto ecológico, el ser humano necesita alimentar el insaciable deseo de dominar, aniquilar, poseer, manejar, destruir a cualquier costo.

Cada vez que, si ingiere el cadáver de un animal, toda la ansiedad de la víctima en forma de energías negativas y substancias nocivas liberadas en la carne se transfieren para el necrófago. En otras palabras: cuanto mayor la matanza de animales e ingestión de sus carnes, mayor la ansiedad en los seres humanos. El tenebroso cuadro que presenciamos en los días de hoy es el ápice, la consecuencia de miles de años de transgresión de la ley divina, desde los tiempos en que la tierra ha sido limpiada por el diluvio. En esa ocasión el SEÑOR temporalmente autorizó el hombre alimentarse de carne (Génesis c.9 v.3), sin embargo, el hombre se ha apegado, se acostumbró con este hábito y lo cultiva hasta hoy, para su propia desgracia. Además, la desenfrenada matanza de animales, la abusiva interferencia humana en la ecología originó un catastrófico cambio en frecuencia de un potente campo electromagnético que rodea el planeta y es responsable por el equilibrio en la biosfera (Resonancia Schumann), que funciona como el latido del corazón de la Tierra. Durante millares de años esa frecuencia se mantuvo en 7,83 Hz (pulsos por segundo) y sólo en los últimos veinte años, más precisamente desde los años 90, pasó para 13 Hz. Esta aceleración descontrolada causada por la ansiedad del ser humano provoca aún más ansiedad. La reacción se siente cada vez más intensamente a través de la furia implacable y devastadora de la madre naturaleza, en la manifestación de su gemido de dolor y penuria.

Ansiedad está, otrosí, estrechamente vinculada a la explosión demográfica. Cuanto mayor la ansiedad, mayor la necesidad de fornicar impulsivamente, bestialmente, y cuanto más el ser humano fornica sin prevención y sin medir las consecuencias, más aumentará desordenadamente la prole. En lugar de utilizar el acto sexual únicamente como un mecanismo divino de perpetuación de la especie, como sucede a los animales integrantes de la ecología, el acto sexual degenerado se ha convertido en uno de los mayores escapes de la ansiedad, porque en el acto sexual ocurre una gran liberación de energía que descarga temporalmente esta sensación de libertad, particularmente en el caso de los hombres. La ansiedad genera un estado de tensión y una necesidad compulsiva de libertarse de esta tensión a través del sexo. Es lo que se llama, en los medios científicos, placer del alivio. Sin embargo, la ansiedad continúa, la tensión vuelve rápidamente, así como el deseo de satisfacer las necesidades puramente fisiológicas, que hablan más fuertes de lo que la cuestión afectiva. Cuanto mayor el estado de ansiedad, mayor la necesidad de fornicar y descargar adrenalina. Es un pernicioso circulo vicioso que no tiene nada que ver con el amor verdadero y sí con la satisfacción de instintos bestiales.

Todas esas cosas que contempláis en estos tiempos difíciles en que oís hablar de guerras, rumores de guerras, reino contra reino, nación contra nación, tormentas, terremotos, inundaciones, pestilencias, hambres, son apenas el principio de los dolores que he enunciado hace dos mil años presagiando mi regreso. Entonces, mis hijos, delante de ese cuadro deplorable que empeorará cada vez más en la consumación de los finales de los tiempos, recordad que existe una solución, volverse hacia DIOS, confiar plenamente en DIOS, en el DIOS que ha hecho los hombres, mi PADRE, Supremo CREADOR, único Ser increado, único Ser digno de adoración y veneración, único SEÑOR del Universo, y no en el “dios” que los hombres han hecho. Él, mi PADRE, me ha reenviado a este mundo con la misión de educar a mis hijos, les orientar, enseñarles a vivir armoniosamente, cultivando la pureza de los niños, como dije hace dos mil años: «Quien no fuere como uno de estos pequeños, no podrá entrar el Reino de DIOS» (Mateo c.19 v.14). Por eso qué mi PADRE me mostró y digo hace más de veinte años sobre el amanecer de la Nueva Era después del final de este mundo caótico: …la humanidad volverá a la vida sencilla y libre, en comunión íntima y perenne con la naturaleza y preferirá el manjar simple y natural de los frutos y vegetales. La profesión más noble en los próximos mil años será la agricultura. El hombre buscará en la madre tierra el pan místico para el banquete divino con la misma inocencia que los niños buscan en el seno materno la leche vital que les faculta el crecimiento y la sobrevivencia ante la mirada dulce y aprobadora del bondadoso PADRE celeste.

Cuanto más se lucha contra la ansiedad llevando una vida sana, sin vicios, adicciones y malos hábitos, más se estará luchando contra el principado de las tinieblas, más si estás luchando en favor de la paz y del Reino de DIOS. Como enuncié hace dos mil años, el Reino de DIOS no posee apariencia externa, porque el Reino de DIOS está dentro de cada uno de vosotros. De cierto os digo: el Reino de DIOS puede situarse en cualquier lugar de la dimensión terrestre, en fin, en el cuerpo y en el corazón de un ser humano que nunca estuvo conmigo; si él conseguir librarse de la ansiedad y encontrar la paz plena, vivir una vida serena y altruista, él será, otrosí, una partícula del Reino de DIOS. Es un conjunto de cosas que hacen observar en la manifestación del Reino de DIOS en cada individuo. Un ser humano puede sí estar interconectado a DIOS, aunque no me conozca, porque la expresión más elevada de la presencia de DIOS es la paz. DIOS es inefable, indescriptible, intocable, invisible para los ojos comunes, pero visible a los ojos del alma de los que verdaderamente LE buscan«.

Quien divulgar este mensaje será bendecido con las bendiciones del cielo.

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